domingo, 3 de julio de 2016

Nostalgias del ayer

          


Leo las novelas del Premio Nobel de literatura 2014. Patrick Modian, desde siempre. Es, por cierto, uno de los escritores más influyentes de Francia.
        Nacido en París, en 1945, Patrick Mediano (hijo de un italiano y de una actriz belga) comenzó a escribir a los 22 años y es lo que ha hecho siempre. Sólo quiere ser un escritor. No participa del “mundo literario” ni tampoco aceptó ser miembro de la Academia Francesa de Letras.
     Patrick Modiano ha descrito París con una inteligencia y una melancolía que conmueve. Sus páginas, impregnadas por los colores átonos de París, matizados por el gris de ciertas calles como las de su infancia, en Quai de Conti, o el verde intenso de los jardines de Luxemburgo, por donde paseaba la mañana cuando hace dos años su hija le avisó por teléfono que le habían otorgado el Premio Nobel.
     En 1978 ganó el Premio Goncourt con “La calle de las tiendas oscuras”. Luego se fueron sucediendo sus nouvelles, entre otras, “Primavera de perros”, “Flores de ruinas”, “Un pedigrí”, “En el café de la juventud  perdida” y “La hierba de las noches” (Anagrama/Gussi). 
      Patrick Modiano piensa que la juventud es la etapa donde se busca conjurar rápidamente las vagas sensaciones de opresión, que son muy vulnerables, y donde laten la fascinación y la melancolía.
    Sus historias son complejas y sus personajes seductores y enigmáticos. Todas ellas se nutren del pasado, o mejor dicho, de sus recuerdos del ayer. Y así documenta en sus libros la época de  su juventud, evocando el mundo de estudiantes fascinados por la bohemia parisina y por sus vagabundeos por esa ciudad entrañable.  
      El boulevard Raspail, el café Les Deux Magots, la plaza de la Concorde, los Champs Elysés, la Place de l’Alma, aparecen y reaparecen en todas sus novelas. De esta manera París se convierte en una geografía interior, hecha de capas de tiempo, entre el hoy y el ayer, por donde ambulan sus personajes novelescos envueltos en enigmas que los atrapan en su alucinada ciudad.
         Los lectores de Modiano no se sorprenden, no nos sorprendemos por las semejanzas de sus libros, que tratan sobre la memoria y la nostalgia del pasado. No. Por el contrario, nos alegramos por ello y ese es acaso el motivo sustancial por el cual los buscamos.
        Hay, pues, en sus novelas, una sensación de “déjà vu”, con los rincones de París que ha pintado siempre, mientras sigue los pasos en sus misteriosas búsquedas.
        A este mundo onírico se lo conocemos, literariamente hablando, como “modianesco”. Hay que visitarlo.