Conversación con las Catedrales
He
visto en Internet una fotografía que me
ha llamado la atención: Mario Vargas Llosa, acompañado por Isabel Preysler, conversa con Felipe González que está sentado
a su izquierda. Y sobre sus piernas, Vargas Llosa tiene un ejemplar de mi libro
“Conversación con las catedrales. Encuentros con Vargas Llosa y Borges”,
editado en Madrid por Funambulista. Vi
la foto por casualidad. Una grata sorpresa.
Sobre
mi libro (cuya carátula reproduce dos fotos, una donde muy jovencito estoy
junto a Borges y la otra con Vargas
Llosa) quisiera decirles algunas palabras sobre mis intenciones de reunir en él
mis diálogos con las “catedrales literarias”.
Conocí personalmente a Borges, en Buenos
Aires, hacia 1978; luego nos vimos en diversas oportunidades en su Buenos Aires
natal y en su/mi Montevideo. A Mario Vargas Llosa le conocí en 1982 y, desde
entonces, he vivido gratos momentos junto a él: en Montevideo, Punta del Este,
Buenos Aires, Rosario (Argentina), Caracas, Valencia y, sobre todo, en Madrid.
Uno y otro, han estimulado generosamente mis intereses literarios, además de enriquecerme con sus libros. Comencé a admirarlos, sin soñar que algún día les iba a conocer personalmente, cuando, adolescente, vivía en mi pequeña ciudad natal, Minas. Andando el tiempo, Borges hizo publicar, jactándose de ello, en "La Prensa" de Buenos Aires, mi cuento "El hombre que robó a Borges" (que se incluye en este libro a modo de epílogo), y años después convertí en personaje de ficción a Mario Vargas Llosa en mi novela "Muerte en el café Gijón", publicada en Montevideo por "Ediciones de la Plaza" y en Madrid por "Editorial Funambulista": http://melibro.com/conversacion-con-catedrales/
Y bien, en estas páginas
de “Conversación con las catedrales”
reúno buena parte de mis diálogos con ambos escritores (publicados en “El País” de Montevideo, diarios
argentinos, revistas españolas y de Estados Unidos), sobre los temas más variados:
sus confesiones sobre la literatura, la forma de escribir sus cuentos y poemas
y novelas, el goce de la lectura, el germen de algunos de sus libros, el mundo
en que vivimos, la política, la libertad y la democracia así como la falta de
ambas, el compromiso del escritor, el
regocijo de estar vivos así como los sueños y las admiraciones.
En un tiempo como éste,
poco dado a la admiración, asumo este riesgo con alegría, porque nunca he dejado
de sentirla por estos dos escritores y sus obras.
Finalmente,
debo decir que “Gussi” distribuirá este libro en las librerías
montevideanas y, así, pronto estará aquí codo a codo con mis novelas. A las que
en agosto se sumará una que acabo de terminar. Pero ya les contaré sobre ella.