Charlas con
Borges y Vargas Llosa
“Conversación con las
catedrales: encuentros con Vargas Llosa y Borges” (Editorial Funambulista), editado en Madrid, con mis diálogos con
estos dos escritores tan admirados, ha llegado este verano (a través de Gussi)
a las librerías del Uruguay.
Con esta noticia de su presencia,
junto a mis otros libros, transcribo este comentario crítico del diario español
“La Razón ” del 27/III/2014:
Fue escrito por Toni Montesinos,
escritor que luego lo subió a su celebrado blog “Alma en las Palabras”.
Un combate de pesos pesados
A nadie se le escapa
que decir Jorge Luis Borges (1899-1986) y Mario Vargas Llosa (1936) es hablar
con letras mayúsculas de la historia de la literatura en español durante los
últimos noventa años: el tiempo que va desde que el argentino debutó con su
libro de poesía “Fervor de Buenos Aires” y el hispano-peruano publicó su última
novela, “El héroe discreto”. Haber charlado con esos dos gigantes literarios y
compartido momentos íntimos es privilegio de unos pocos; entre ellos, el
uruguayo Ruben Loza Aguerrebere. Éste conoció a Borges en 1978, y cuatro años
después a Vargas Llosa. Con el primero coincidió en diversas ocasiones en
Montevideo y Buenos Aires; con el segundo, en distintos lugares de América
Latina y España.
Borges
facilitaría la publicación en “La
Prensa ” de la capital argentina el cuento de Loza “El hombre
que robó a Borges”, que se incluye como epílogo en este libro, y el propio Loza
convertiría en personaje a Vargas Llosa en su novela “Muerte en el café Gijón”
(Funambulista, 2012). Tal cosa da buena cuenta de la presencia continua de
aquellos a los que escuchó hablar “de la literatura, de cómo escriben sus
cuentos y sus poemas, del goce de la lectura, del germen de muchos de sus
libros, del mundo en que vivimos, de la política, de la libertad y la
democracia, así como la falta de ambas”.
En
efecto de todo ello se habla en “Conversación con las Catedrales” –guiño al
título de 1969 de Vargas Llosa “Conversación en la catedral”– pero sobre todo
se respira la vocación artística de ambos escritores, la necesidad de
trascender como seres humanos gracias a la literatura. El lector curioso
conocerá el grado de disciplina de Vargas Llosa, su relación con la escritura
periodística o los libros de viaje, y cómo se sentía al recoger el premio
Nobel, gracias a una charla de Loza con su amigo Fernando Iwasaki. En cuanto a
Borges, aparece por supuesto anciano y ciego, intuitivo y sagaz. Loza le
pregunta sobre cómo escribe –“Empiezo un cuento con una frase casual y esa
frase ya tiene un futuro, un pasado”–, y luego habla de Lugones, Cortázar,
Güiraldes, Baudelaire... Pero lo más llamativo será lo dicho con respecto al
galardón sueco, que Borges no recibiría y se tomó a guasa: “Bueno, yo estoy
seguro de no recibirlo nunca, pero de ser siempre el candidato del año que
viene”.