Recuerdos de Carlos
Fuentes
El domingo 15 de mayo, se cumplen
cuatro años de su adiós. Me refiero al destacado escritor mexicano, Carlos
Fuentes, fallecido a los 84 años de edad. Fue uno de los tres mosqueteros (los
que en realidad eran cuatro) del llamado “boom” de las letras latinoamericanas,
junto a Vargas Llosa, García Márquez y Julio Cortázar.
Carlos
Fuentes inició su carrera literaria con “Los
días enmascarados”, en 1954 y, desde entonces escribió sin parar, cuentos, novelas
y ensayos. También fue un destacado periodista.
En
su caudalosa obra sobresalen títulos inolvidables como “La región más transparente”, novelas como “La muerte de Artemio Cruz” (obra fundamental por las novedades
artísticas y sus audaces experiencias formales) y, entre otras, “Instinto de Inez”.
En
sus ensayos tocó variados temas. En “La
geografía de la novela” analizó a Borges, Roa Bastos y Salman Rusdhie. En los ensayos de “Los 68. París,
Praga, México”, escribió sobre el
mayo parisino, la primavera de Praga y el 68 mexicano, y las muertes en
Tlatelolco. Entre los galardones que recibió sobresalen el Premio Cervantes y
el Príncipe de Asturias.
Conocí a Carlos
Fuentes en 1999. A él debo el título
del libro que estaba escribiendo entonces, una colección de biografías verdaderas
de personajes imaginarios (entre otros, Sherlock, Holmes, Funes el memorioso,
el padre Brown detective, Zhivago y otros) que le comenté. La idea le gustó y
me dijo: “Me recuerda a Marcel Schwob, pero al revés”. Y me sugirió el
título: “Personajes imaginarios”. Fue
editado por “El Galeón”, en 2003.
Hablamos
de autores por los que Carlos Fuentes sentía admiración. Por ejemplo, el
fundador de “Le Nouvel Observateur”,
Jean Daniel, cuyas memorias (“Avec le
temps”) me había enviado justamente en esos días. Le comenté que Jean
Daniel describía un almuerzo parisino, donde estaba con él y Milan Kundera. Carlos
Fuentes lo recordaba. Me comentó de Jean Daniel: “Está muy orgulloso de su libro”. Y luego, hablando de Mario Vargas
Llosa, me dijo: "por suerte no ganó
las elecciones en el Perú, porque salvamos al escritor".
Ese
mismo año Carlos Fuentes volvió a nuestro país poco después integrando la
delegación que acompañaba al presidente Zedillo, de México. El presidente
Sanguinetti le ofreció una cena a la delegación visitante. Tuvo la gentileza de
invitarme, y compartí la mesa con Carlos Fuentes. Como era tradicional, antes
de despedirnos nos intercambiamos los menús, firmados por quienes habíamos
cenado juntos. Y en él, me dedicó estas palabras: “Rubén: qué suerte verle cada dos meses. ¡Que se repita en México!
Cordialmente, Carlos Fuentes”.
Imaginativo,
sorprendente, espléndido testigo de su tiempo, Carlos Fuentes enriqueció la
literatura moderna. Su caudalosa obra literaria es una de las más importantes
de las letras latinoamericanas.
Está
vivo está en ellas.