sábado, 14 de mayo de 2016

Recuerdos de Carlos Fuentes


      El domingo 15 de mayo, se cumplen cuatro años de su adiós. Me refiero al destacado escritor mexicano, Carlos Fuentes, fallecido a los 84 años de edad. Fue uno de los tres mosqueteros (los que en realidad eran cuatro) del llamado “boom” de las letras latinoamericanas, junto a Vargas Llosa, García Márquez y Julio Cortázar.
     Carlos Fuentes inició su carrera literaria con “Los días enmascarados”, en 1954 y, desde entonces escribió sin parar, cuentos, novelas y ensayos. También fue un destacado periodista.
     En su caudalosa obra sobresalen títulos inolvidables como “La región más transparente”, novelas como “La muerte de Artemio Cruz” (obra fundamental por las novedades artísticas y sus audaces experiencias formales) y, entre otras, “Instinto de Inez”.
     En sus ensayos tocó variados temas. EnLa geografía de la novela” analizó a Borges, Roa Bastos y Salman Rusdhie. En los ensayos de Los 68. París, Praga, México”, escribió sobre el mayo parisino, la primavera de Praga y el 68 mexicano, y las muertes en Tlatelolco. Entre los galardones que recibió sobresalen el Premio Cervantes y el Príncipe de Asturias.
     Conocí a Carlos Fuentes en 1999. A él debo el título del libro que estaba escribiendo entonces, una colección de biografías verdaderas de personajes imaginarios (entre otros, Sherlock, Holmes, Funes el memorioso, el padre Brown detective, Zhivago y otros) que le comenté. La idea le gustó y me dijo: “Me recuerda a Marcel Schwob, pero al revés”. Y me sugirió el título: “Personajes imaginarios”. Fue editado por “El Galeón”, en 2003.
     Hablamos de autores por los que Carlos Fuentes sentía admiración. Por ejemplo, el fundador de “Le Nouvel Observateur”, Jean Daniel, cuyas memorias (“Avec le temps”) me había enviado justamente en esos días. Le comenté que Jean Daniel describía un almuerzo parisino, donde estaba con él y Milan Kundera. Carlos Fuentes lo recordaba. Me comentó de Jean Daniel: “Está muy orgulloso de su libro”. Y luego, hablando de Mario Vargas Llosa, me dijo: "por suerte no ganó las elecciones en el Perú, porque salvamos al escritor".
     Ese mismo año Carlos Fuentes volvió a nuestro país poco después integrando la delegación que acompañaba al presidente Zedillo, de México. El presidente Sanguinetti le ofreció una cena a la delegación visitante. Tuvo la gentileza de invitarme, y compartí la mesa con Carlos Fuentes. Como era tradicional, antes de despedirnos nos intercambiamos los menús, firmados por quienes habíamos cenado juntos. Y en él, me dedicó estas palabras: “Rubén: qué suerte verle cada dos meses. ¡Que se repita en México! Cordialmente, Carlos Fuentes”.
     Imaginativo, sorprendente, espléndido testigo de su tiempo, Carlos Fuentes enriqueció la literatura moderna. Su caudalosa obra literaria es una de las más importantes de las letras latinoamericanas.  

     Está vivo está en ellas.