El
Lawrence gaucho
Nacido en la Argentina , hijo de
padres venidos de Estados Unidos, criado en el campo y desde muy joven radicado
hasta su muerte en Londres, William Henry Hudson escribió sobre nuestra tierra,
así como otros libros que guardaba en la memoria, sobre hombres,
naturaleza, pájaros y animales
Su célebre personaje llamado Charles Lamb, aventurero
inglés, llegó con una muchacha a Montevideo en 1885. Así se
lee en el libro de Hudson llamado “La
tierra purpúrea”.
Y sigue la historia.
Charles Lamb vino desde la
Argentina con Paquita, a Montevideo, a la que llamaban
entonces “la Troya
moderna” y a medida que ese diestro jinete deambulaba fue percibiendo
virtudes y defectos de los habitantes de esta ciudad y, luego, del pequeño país
entero.
Con todos se involucró. Tanto que hasta participó en
una batalla entre colorados y blancos. Y a medida que fue tomando conciencia de esta nueva tierra, fue
cambiando de pensamiento.
Trabajó en varias
estancias e incluso una vez llegó a organizar una cacería de zorros a la
inglesa. Fue asediado por mujeres guapas y sintió las flechas del amor, alguna
punzada dolorosa, las alegrías de la amistad y las fiebres de la pasión, a
medida que aparecieron ante sus ojos Dolores, Candelaria, Demetria, Cleta,
Margarita, Mónica y la delicada Anita.
Y Charles Lamb se fue
acriollando.
Cuando se despidió
desde el emblemático cerro de Montevideo, pronunció estas palabras inolvidables:
“Adiós, hermoso país… Sólo te deseo que
si alguna vez, otro presuntuoso invasor quiere pisar tu suelo, sufra la misma
derrota que aquélla del pasado. Para que puedas seguir siendo libre. Como los
pájaros”.
Y se fue.
***
Lo que nunca supo
Charles Lamb fue que sus andanzas de personaje literario fueron leídas por el
ancho mundo. Doce veces leyó este libro con este personaje memorable, el famoso
coronel T.E. Lawrence, más conocido como “Lawrence de Arabia”. Lo hizo durante
su famosa campaña del desierto, en un viejo ejemplar que le había autografiado
el creador de Charles Lamb, es decir W.H. Hudson, con palabras así: "Se me ocurrió que “La tierra purpúrea” era
precisamente la clase de libro que le gustaría a un joven aventurero como
Lawrence, una especie de Richard Lamb".
Unamuno leyó
entusiasmado este libro y dijo sobre su personaje: “vivió y sintió lo que un hijo de la Banda Oriental ,
nacido y criado en ella, no había visto ni sentido...".
Y Borges, apasionado por el valor de los
gauchos, sentía admiración por este
inglés acriollado y hablando de sus andanzas en la tierra purpúrea dijo: “Hudson refiere que muchas veces en la vida
emprendió el estudio de la metafísica, pero que siempre lo interrumpió la
felicidad. La frase (una de las más hermosas del mundo) es típica del hombre y
del libro”.
Será por eso
que Charles Lamb sigue cabalgando, allá
lejos y hace tiempo, sobre los campos de
la memoria.