martes, 22 de marzo de 2016

El detective de Dios


     El candoroso padre Brown se puso el abollado sombrero negro y salió a caminar por las estrechas callejuelas de aquel pueblito inglés del oeste, meditando un sermón.
     Modesto como una violeta, humilde, pero sabio, buen conversador, el Padre Brown llegó a disfrutar en su vida de no pocos momentos de fama. Sus hazañas se conocieron en el mundillo de los cafés londinenses, cuando él deambulaba por lejanas parroquias sudamericanas.
     Debía su fama no tanto a su actividad parroquial sino a su labor detectivesca. Ella se debe a la espléndida pluma del grande y bueno del inglés G.K. Chesterton (1874/1936) quien tantos libros escribió sobre él. Bástenos recomendar dos de ellos, de paso, como “La sagacidad del padre Brown” y “El candor del padre Brown” (ambos de Alianza). Varias de sus historias han pasado, como sabe el lector, al lenguaje del cine, a lo largos de los años.
     Curiosidades. Por ejemplo, solo en tres oportunidades (en los cuarenta y nueve casos en los que participó) entregó el criminal a la policía; en otras doce, los agentes del orden llegaron en el momento justo; y  en las restantes, y como buen sacerdote católico, lo que más le importó fue restablecer la paz quebrada en el alma de los delincuentes.
     Y todo ello por bien sabía que él no era un practicante de la justicia terrena. Tenía un don especial para descubrir criminales, sí, almas descarriadas, a las que trataba de encauzar por las buena senda.
     Informa Chesterton que el padre Brown se metía en la piel de asesino para descubrirlo. Era su método. Introducirse dentro del criminal, comprenderlo si era posible, y salir de su alma oscura nuevamente a la luz.
     Tras varias vueltas a la manzana, el padre Brown se detuvo ante la puerta de madera de la parroquia. Sonrió, con aquella sonrisa tímida como un trozo de pan, satisfecho porque había encontrado el final adecuado para su sermón.
     Así eran los días apacibles de aquel sacerdote quien, cada tanto y según lo revelan los cuentos de sus espléndidos libros (que han seducido y seducen a tantos lectores) lograba iluminar los enigmas a primera vista indescifrables.

     ¿Sería el detective de Dios en la tierra?