miércoles, 16 de marzo de 2016

Un adiós a Enrique Estrázulas


La literatura se ocupa de lo que importa con obras imaginarias que no están creadas desde la nada, sino  desde la realidad vista a través de la ficción. Fue de esa manera que siempre escribió su rica obra literaria el desaparecido escritor (el pasado 8 de marzo) Enrique Estrázulas.

Nacido en Montevideo en 1942, sus primeros textos poéticos los dio a conocer en 1965. Andando el tiempo los recogió en "Confesión de los perros". En cuanto a sus narraciones deben señalarse, muy especialmente, los relatos de "Los viejísimos cielos" y las novelas “Pepe Corvina” (un espléndido libro con muchas ediciones y traducciones), "Lucifer ha llorado", "Espérame, Manon” y “El sueño del ladrón”.

La carrera periodística de Enrique Estrázulas fue larga y en ambos lados del “río de sueñera y barro” como decía Borges. Recuerdo que comentó mi primer libro de cuentos, “La espera”, en el suplemento dominical de “El País” y, tiempo después, escribiendo, para “El Día”, entrevistó en Buenos Aires a Ernesto Sábato, a quien, hablando de las letras uruguayas, le preguntó por mi obra, que el maestro elogió generosamente.

Enrique fue Agregado Cultural en Argentina, en París y en Roma así como embajador del Uruguay en Cuba. Hay constancia, en sus ficciones, de su paso por esas ciudades.

El estilo poético y la destreza de su imaginería se van entrelazando, como visiones de un sueño, en sus espléndidas novelas.

En torno a sus personajes y los mundos transfigurados que habitan en sus novelas, el escritor dejó trotar sus pensamientos; con ellos elaboró fantasías donde todos los elementos asumían una nueva significación. Esto es verdaderamente literatura creativa. Todo está bellamente elaborado.

Lo esencial en este escritor es que nada se le impuso. La verdad de su arte estaba ante sus ojos: momentos inequívocos de su mirar y de la forma y la contextura de su estilo literario. Todo ello puso en evidencia la personalidad de un escritor que sabía advertir cuáles eran sus temas y por ello podía expresarlos de una manera tan grata. 


Amigo de Borges y de Onetti, como ellos está vivo en sus imaginativos y poéticos libros.