Un adiós a Enrique Estrázulas
La
literatura se ocupa de lo que importa con obras imaginarias que no están
creadas desde la nada, sino desde la
realidad vista a través de la ficción. Fue de esa manera
que siempre escribió su rica obra literaria el desaparecido escritor (el pasado
8 de marzo) Enrique Estrázulas.
Nacido en Montevideo en 1942, sus primeros textos
poéticos los dio a conocer en 1965. Andando el tiempo los recogió en "Confesión de los perros". En
cuanto a sus narraciones deben señalarse, muy especialmente, los relatos de "Los viejísimos cielos" y las
novelas “Pepe Corvina” (un espléndido
libro con muchas ediciones y traducciones),
"Lucifer ha llorado",
"Espérame, Manon” y “El sueño
del ladrón”.
La carrera periodística de Enrique Estrázulas fue
larga y en ambos lados del “río de
sueñera y barro” como decía Borges. Recuerdo que comentó mi primer libro de
cuentos, “La espera”, en el
suplemento dominical de “El País” y, tiempo
después, escribiendo, para “El Día”,
entrevistó en Buenos Aires a Ernesto Sábato, a quien, hablando de las letras
uruguayas, le preguntó por mi obra, que el maestro elogió generosamente.
Enrique fue Agregado Cultural en Argentina, en
París y en Roma así como embajador del Uruguay en Cuba. Hay constancia, en sus
ficciones, de su paso por esas ciudades.
El estilo poético y la destreza de su imaginería
se van entrelazando, como visiones de un sueño, en sus espléndidas novelas.
En torno a sus personajes y los mundos
transfigurados que habitan en sus novelas, el escritor dejó trotar sus
pensamientos; con ellos elaboró fantasías donde todos los elementos asumían una
nueva significación. Esto es verdaderamente literatura creativa. Todo está
bellamente elaborado.
Lo esencial en este escritor es que
nada se le impuso. La verdad de su arte estaba ante sus ojos: momentos
inequívocos de su mirar y de la forma y la contextura de su estilo literario.
Todo ello puso en evidencia la personalidad de un escritor que sabía advertir
cuáles eran sus temas y por ello podía expresarlos de una manera tan grata.
Amigo de Borges y de Onetti, como
ellos está vivo en sus imaginativos y poéticos libros.