París emocional
Tras el horror y el dolor, París va
recuperando la paz perdida, la alegría de vivir, sobreponiéndose a cuanto ha
ocurrido. Y entre tantas formas de lograrlo, he leído que, en estos días, los parisinos
dejan junto a las velas y los mensajes a los muertos en el improvisado altar en
la Place de la Republique, también un ejemplar del libro “París era una fiesta”, donde Hemingway evoca sus primeros años
allí.
Pensando en ello, les invito a
realizar una recorrida emocional por París, recorriendo en consecuencia la rue
Cardinale Lemoine hasta la Place de Contrescarpe, donde veremos a nuestra
derecha la primera casa que habitó Hemingway
en París, junto a su mujer (Pauline) y su pequeño hijo, en el 74 de esta calle.
La pintó en ese libro inolvidable, el primero publicado tras su adiós a todos.
Cuando este caminante conoció y
visitó el departamento donde vivió Hemingway, aún no había sido colocada la
placa que, desde hace muchos años, lo señala a quien por allí deambula,
recogiendo además las palabras finales de este libro memorialista, donde
dice: “Yo he hablado de París según era en los primeros tiempo, cuando éramos
muy pobres y muy felices”.
Cruzando la calle, en el 71 de
Cardinal Lémoine, está el departamento (que fue de Valery Larbaud) donde James
Joyce escribió su memorable novela “Ulises”.
Y
seguimos andando. En la place de Contrescarpe, con su fuente de agua en el
centro, está el restaurante de comida china y la antigua charcuterié de toldos
amarillos, siempre rodeados por gente que va y viene haciendo sus compras, y el
alargado Café Contrescarpe, donde pasé una tarde con el escritor Jorge Semprún,
quien lo visitaba a menudo, celebrado autor de tantos libros inolvidables como “La segunda muerte de Ramón Mercader” y “Adiós, luz de veranos…” y películas
como “La guerra ha terminado”.
Dejándonos
ir, torciendo a la derecha, llegamos al 37 de la rue de la Bûcherie, a la
librería "Shakespeare and Company",
con sus miles de libros antiguos, fotografías colgadas a las paredes y sus repletas
mesas interiores en el piso desparejo y las ofertas en la vereda.
Esta
librería evoca un templo literario. La norteamericana Silvia Beach fue la
fundadora y ángel tutelar, hacia 1919, pero en otro lugar. El mobiliario de
entonces lo eligió en casas de antigüedades y en el mercado de las pulgas, y
los libros en tiendas de libros ingleses de segunda mano de París y más
volúmenes llegados desde Estados Unidos y desde Londres. Cada socio de "Shakespeare and Company"
tenía entonces un carnet y podía elegir uno o dos libros. Uno de los primeros
abonados fue André Gide. Luego llegaron los integrantes de la llamada (por
Gertrude Stein) "generación perdida", con Hemingway y Scott
Fiztgerald a la cabeza. A James Joyce le editaron allí su novela “Ulises”, la que leyó el 7 de diciembre
de 1921.
Hoy,
en la recorrida por esta caótica y deliciosa librería cargada de historias
ajenas, podemos hablar una vez más con David Delannet, su responsable. El año
pasado, recuerdo, me obsequió un libro que editó con la historia de la librería,
sumándole coloridas fotos de este mundo donde uno puede encontrar las obras más
sorprendentes.
Y
luego, con algunos de esos libros como un tesoro bajo el brazo, seguimos
andando, y qué mejor que sentarnos en la terraza de “Les Deux Magots”, en St. Germain, al que Sartre y Simone de Beauvoir,
así como Hemingway, concurrían habitualmente.
Y
mientras bebemos una copa y miramos los libros que hemos comprado, en medio del ir y venir de tanta gente,
pensamos que todo está igual a tantas visitas anteriores, pero en verdad nunca
nada se repite en París.