sábado, 21 de noviembre de 2015

París emocional


Tras el horror y el dolor, París va recuperando la paz perdida, la alegría de vivir, sobreponiéndose a cuanto ha ocurrido. Y entre tantas formas de lograrlo,  he leído que, en estos días, los parisinos dejan junto a las velas y los mensajes a los muertos en el improvisado altar en la Place de la Republique, también un ejemplar del libro “París era una fiesta”, donde Hemingway evoca sus primeros años allí.
Pensando en ello, les invito a realizar una recorrida emocional por París, recorriendo en consecuencia la rue Cardinale Lemoine hasta la Place de Contrescarpe, donde veremos a nuestra derecha la  primera casa que habitó Hemingway en París, junto a su mujer (Pauline) y su pequeño hijo, en el 74 de esta calle. La pintó en ese libro inolvidable, el primero publicado tras su adiós a todos.
Cuando este caminante conoció y visitó el departamento donde vivió Hemingway, aún no había sido colocada la placa que, desde hace muchos años, lo señala a quien por allí deambula, recogiendo además las palabras finales de este libro memorialista, donde dice:  “Yo he hablado de París según era en los primeros tiempo, cuando éramos muy pobres y muy felices”.
Cruzando la calle, en el 71 de Cardinal Lémoine, está el departamento (que fue de Valery Larbaud) donde James Joyce escribió su memorable novela  “Ulises”.
            Y seguimos andando. En la place de Contrescarpe, con su fuente de agua en el centro, está el restaurante de comida china y la antigua charcuterié de toldos amarillos, siempre rodeados por gente que va y viene haciendo sus compras, y el alargado Café Contrescarpe, donde pasé una tarde con el escritor Jorge Semprún, quien lo visitaba a menudo, celebrado autor de  tantos libros inolvidables como “La segunda muerte de Ramón Mercader” y “Adiós, luz de veranos…” y películas como “La guerra ha terminado”.
            Dejándonos ir, torciendo a la derecha, llegamos al 37 de la rue de la Bûcherie, a la librería "Shakespeare and Company", con sus miles de libros antiguos, fotografías colgadas a las paredes y sus repletas mesas interiores en el piso desparejo y las ofertas en la vereda.
            Esta librería evoca un templo literario. La norteamericana Silvia Beach fue la fundadora y ángel tutelar, hacia 1919, pero en otro lugar. El mobiliario de entonces lo eligió en casas de antigüedades y en el mercado de las pulgas, y los libros en tiendas de libros ingleses de segunda mano de París y más volúmenes llegados desde Estados Unidos y desde Londres. Cada socio de "Shakespeare and Company" tenía entonces un carnet y podía elegir uno o dos libros. Uno de los primeros abonados fue André Gide. Luego llegaron los integrantes de la llamada (por Gertrude Stein) "generación perdida", con Hemingway y Scott Fiztgerald a la cabeza. A James Joyce le editaron allí su novela “Ulises”, la que leyó el 7 de diciembre de 1921.
            Hoy, en la recorrida por esta caótica y deliciosa librería cargada de historias ajenas, podemos hablar una vez más con David Delannet, su responsable. El año pasado, recuerdo, me obsequió un libro que editó con la historia de la librería, sumándole coloridas fotos de este mundo donde  uno puede encontrar las obras más sorprendentes.
            Y luego, con algunos de esos libros como un tesoro bajo el brazo, seguimos andando, y qué mejor que sentarnos en la terraza de “Les Deux Magots”, en St. Germain, al que Sartre y Simone de Beauvoir, así como Hemingway, concurrían habitualmente.  
            Y mientras bebemos una copa y miramos los libros que hemos comprado,  en medio del ir y venir de tanta gente, pensamos que todo está igual a tantas visitas anteriores, pero en verdad nunca nada se repite en París.