domingo, 15 de noviembre de 2015

Mi novela sobre el Café Gijón en Madrid
             Me emocionó ver la tapa de mi novela “Muerte en el Café Gijón” en un cuadro colgado en una de las paredes del restaurante de este emblemático café,  en Paseo de Recoletos, que es desde su fundación en 1899  un auténtico centro de la literatura española. Aquí venían a pasar sus tardes enteras bebiendo café en sus mesas escritores como Valle-Inclán, Perez Galdos, el Premio Nobel Camilo José Cela, Fernando Fernán Gómez (autor de “Las bicicletas son para el verano”)  y, entre tantos más, Francisco Umbral, autor  "La noche que llegué al Cafe Gijón". Y esta costumbre se mantiene incambiada así que pasen los años.
            Hay acaso una docena de libros directamente vinculados con este emblemático café, y en esa lista está mi novela "Muerte en el Cafe Gijón", publicada en 2010 por Ediciones de la Plaza, aquí en Montevideo, y en 2012 por la Editorial Funambulista, en Madrid.
            En el restaurante de este elegante café se han ido colgando, desde hace mucho tiempo, cuadros de personalidades vinculadas a él,  como los mencionados, y hoy como el novelista y académico Arturo Pérez-Reverte, autor de “El capitán Alatriste”,  o el novelista Raúl Guerra Garrido (Premio Nacional de Literatura de España), a cuya pluma debemos “La mar es mala mujer”, llevada a la pantalla grande,  “El que sueña novela” y, entre tantos más, su celebrado libro “La Gran Vía es New York”. 
            Precisamente mis amigos Raúl Guerra Garrido y el poeta y periodista bilbaíno Germán Yanke, presentaron en Madrid la edición española de  “Muerte en el Café Gijón”. El acto fue en la librería “La buena vida”, de Jesús Trueba, hermano del director de cine Fernando Trueba (ganador del Oscar a la mejor película extranjera por “Belle Epoque”) y del escritor y cineasta Daniel Trueba.
            Recuerdo que Fernando Trueba, sentado en primera fila en el acto de presentación, antes de marcharse con un ejemplar de mi novela, me hizo varias preguntas, todas ellas relacionadas con la importancia visual de las tres ciudades donde ocurre la historia, y que sólo conocía entonces por lo que habían dicho allí los presentadores del libro. Anotó en una pequeña libreta mis respuestas.  La importancia visual del Café Gijón, sustancial, porque allí ocurre la escena clave de la novela. La importancia visual de París; mucha, pues ocupa un capítulo de la vida del protagonista. La importancia visual de Montevideo, de donde es oriundo el protagonista, intrascendente porque desde aquí sólo le llegan cartas.
            Vuelvo al pasado mes de septiembre, cuando vi entre las fotos de tantas plumas espléndidas de las letras españolas, el cuadro con la tapa de mi novela. En la carátula de esta edición de “Muerte en el Café Gijón”, publicada en Montevideo, vemos sobre una mesa un pocillo de café del Gijón, una hoja y un lapicero. Fue tomada allí, para esta edición. La carátula de la edición española muestra, en cambio, al Café Gijón desde la calle.
            Gracias a la edición española, mi novela fue elegida por “La Vanguardia” de Barcelona (en diciembre de 2012) como una de las más destacadas de ese año, junto a otras de Andrea Camilleri, Lorenzo Silva y Michael Connelly, y por este motivo las sugerían como regalos especiales para esa Navidad.       
             El autor de “Aquellos bohemios del Café Gijón”, José Bárcenas, que es además director de relaciones públicas de este célebre café, me dedicó un ejemplar de su libro, y escribió en él que ya formo parte de la historia de ese templo literario. Me siento encantado, por cierto, y esperando volver pronto a este café que visito  desde hace tantos años.