sábado, 27 de octubre de 2018


El agente secreto de Dios
                                  


Se publicó en la revista española http://lasdoscastillas.net/
y quien desee leerlo allí  un clic aquí

             El pasado 2 de octubre se cumplieron 114 años del nacimiento de Graham Greene, en Hertford, donde inició sus estudios, los que siguió en la Universidad de Oxford. El libro de poemas “Abril murmurante”, en 1925, fue su debut. Luego se dedicó al periodismo. Y su primera novela, “Historia de una cobardía”, cambió su vida. Aldoux Huxley la elogió y en Francia, Jacques Maritain decidió publicarla y, así, Graham Greene se pasó a la literatura, donde se destacó con numerosas novelas vinculadas a espías y agentes secretos y su entorno, como bien lo sabe el lector.

         Él mismo fue espía inglés durante la Segunda Guerra Mundial, en África. Y, antes y después de desempeñarse en esas actividades, continuó escribiendo sobre ellas, dando lugar a un mundo literario que llamaron “Greenlandia”, la tierra de Greene.
            Graham Greene dividía sus libros en dos categorías, o sea, los “entretenimientos” y las novelas propiamente dichas. En la primera categoría, combinaba los retratos psicológicos con intrigas policiales y de espionaje como, entre otras, “El agente confidencial” y “Nuestro hombre en La Habana”. A la segunda categoría corresponden sus famosas novelas “El poder y la gloria”, “El revés de la trama”, “El cónsul honorario” y “El factor humano”. 
            El escritor Martin Amis, que le conoció y entrevistó, me habló de él, diciéndome que Graham Greene definía su obra como “la asombrosa rareza de la misericordia de Dios”, y la consideraba una parábola de la condición humana, cuyas claves eran el sufrimiento, la culpa, la responsabilidad y la elección moral.
         Fue candidato al Premio Nobel literario durante 24 años, igual que Borges, pero a ninguno de los dos se le otorgaron. Murió a los 86 años. Se consideraba uno de sus propios personajes y, en efecto, así mostró al novelista metódico que fue, al aventurero que se buscaba a sí mismo, y al católico a veces atormentado.  ¿Quién no lo ha leído?