domingo, 10 de diciembre de 2017

Borges y el humor


Se publicó también en la revista española LasdosCastillas.net
y quien desee leerlo allí puede hacerlo con un clic aquí.

        Borges era un humorista que empezaba por no tomarse en serio a sí mismo. Y hoy quisiera evocar esa faceta singular de Borges, el erudito ciego dedicado a escribir cuentos para la posteridad. El suyo era un humor juguetón, vivaz, muy agudo.

            Veamos. Una atenta señora lo detiene emocionada en el medio de la calle,  le toma de las manos y dice: “¿Pero, usted es Borges, verdad?”. Y el maestro le responde: “Sí. Pero si seguimos aquí corro el riesgo de dejar de serlo en cualquier momento”.

            Borges sale acompañado por un amigo de un restaurante, en la calle Corrientes. Desde un camión un grupo de hinchas de Boca Juniors le grita: “¡Borges, sos más grande que Maradona!”. Borges susurra al oído de su amigo: “Bueno, eso estaría bien que lo gritaran en Estocolmo, a ver si influyen un poco en los académicos suecos”.

            Roberto Alifano, quien fuera durante diez años secretario de Borges, escribió un libro seductor titulado, precisamente, “El humor de Borges”. Y en él, recoge incontables humoradas del maestro. Y comenta: “Borges se divertía mucho consigo mismo. Esa difícil coincidencia de ceguera e inteligencia lo aisló de maravilla”.

            Tras una conferencia, mientras los invitados le esperan en el salón para almorzar, y como Borges demora demasiado lavándose las manos, Alifano va por él. Ingresa al baño y, mirándolo ante un grifo que gotea despacio, le pregunta: “¿Qué pasa, Borges, no sale agua?”. Y Borges le responde:  “Sí; pero con escrúpulos”.

            Otra. Borges camina por el centro de Buenos Aires y una persona y al cruzarse con él lo increpa, diciéndole: “¡Usted un bluff!”Borges se detiene en la acera y, apoyado en su bastón, le dice: “Estoy de acuerdo, señor; pero un bluff  involuntario”.