lunes, 28 de agosto de 2017

En Venecia con la “musa” de Hemingway
        


En la revista literaria http://lasdoscastillas.net/ de Barcelona he publicado esta semana este artículo sobre un cuento de mi libro “La tarde queda” (Ediciones de la Plaza, Montevideo). Quien desee visitarlo allí podrá hacerlo haciendo clic aquí

     Es una novela que me ha gustado mucho “Al otro lado del río y entre los árboles”, ambientada en Venecia, penúltimo libro publicado por Ernest Hemingway en vida. García Marquez lo consideraba la mejor novela de Hemingway. La más llena de vida.
            En el centro de esta novela está la baronesa Adriana Ivancich, quien tenía 19 años cuando el escritor (casado cuatro veces) la conoció en Venecia  y, poco después, la convirtió en la heroína de su libro.
            Pues bien, los aquí mencionados, tienen una relación más o menos cercana, más o menos distante, con un relato mío, llamado “Un amor otoñal”, que figura en mi libro “La tarde queda”, que fue prologado por Carlos Alberto Montaner.
             Veamos. El escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendozame dijo que la citada novela de Hemingway  tenía un personaje entrañable, que era el de la jovencita aristocrática llamada Renata, vivo  retrato de la baronesa Adriana Ivancich.
            Prosigo. Utilizando las técnicas literarias del cuento, integré la entrevista que le realicé en Venecia a la baronesa Adriana Iavancich, a  mi  cuento “Un amor otoñal”, en mi libro de relatos “La tarde queda” (Ediciones de la Plaza, Montevideo, 2012).
             En este relato introduje, además, como uno de los protagonistas esenciales, al académico francés Jean d’Ormesson (autor de libros tan celebrados como “Por capricho de Dios” y  “El judío errante”), un visitante muy habitual de Venecia, quien guía al narrador de mi cuento hasta Adriana Ivancich.
            Una vez editado, le envié mi libro a Jean d’Ormesson, admirado maestro,  quien, generoso como siempre, me respondió enviándome una  carta donde dice estas palabras:
             “Figúrese: yo estaba en Venecia por diez días. A mi regreso a París me encuentro con “Un amor otoñal”. ¡Gracias! Yo estoy encantado de reencontrarme con Hemingway allí. Yo le conocí bien y mucho. Así, gracias a usted, tengo un buen compañero. Por ello, como siempre, mi gratitud y  mi amistad: Jean d’Ormesson”.
                La joven baronesa hemingwaiana nos sedujo a todos.