Un diálogo con Antonio Skármeta
Este diálogo acaba de
publicarse esta semana en la revista Lasdoscastillas.net en
Barcelona, y quien quiera visitarlo allí podrá hacerlo haciendo clic aquí.
Antonio Skármeta, dueño de una
vasta y notable obra literaria, ha sido galardonado con el Premio Nacional de
Literatura de Chile, premios de UNESCO, el Medici y el Planeta. Nacido en
Antofagasta, en 1940, egresado del Instituto Nacional, fue profesor en Europa y
Estados Unidos.
Su famosa novela “El cartero de Neruda”, traducida a los
más diversos idiomas, dio lugar a una laureada película italiana, “Il postino”. Y tiene, esta obra, una
versión teatral además. Tuve el placer de verla en Nueva York.
Para señalar apenas otros dos libros suyos, sobresalientes, baste citar la novela “Un padre de película” y su reciente colección de relatos “Libertad de movimiento”.
Para señalar apenas otros dos libros suyos, sobresalientes, baste citar la novela “Un padre de película” y su reciente colección de relatos “Libertad de movimiento”.
Cordial y sumamente
generoso, he tenido el placer de dialogar en diversas oportunidades con mi
admirado escritor amigo. Siguen, hoy, tres preguntas.
-¿Cómo
nace, crece y germina una obra en tu imaginación? Cuéntanos algo de tu método
de trabajo.
-Cuando escribo sigo más o menos el mismo procedimiento. Cuando era joven tenía otro tipo de trabajo. Ahora, normalmente, cuando escribo, hago una primera versión a la que llamo “magma”. Ella es una escritura informe, emocional, llena de imágenes, donde voy buscando lo que quiero escribir. Tengo ciertas emociones, ciertos recuerdos, ciertos anhelos sobre los que discurro pero sin afinarlos, porque no quiero que nada intelectual intervenga en la primera etapa. Es una etapa de expresión emocional muy libre. Y allí, en ese magma, en esa materia, van surgiendo luego los núcleos de interés: una situación, un diálogo, un personaje, una frase. Y de pronto, cuando termino de escribirlo, entre esas muchísimas páginas, sé que tengo una novela. Y luego comienzo una escritura literaria, tratando de que todo aquello que fue confusión y búsqueda, tenga tersura y llegue al lector de una manera transparente; y procuro que tenga ritmo, que tenga gracia, y que emocione y entretenga. Ese es mi método.
-Cuando escribo sigo más o menos el mismo procedimiento. Cuando era joven tenía otro tipo de trabajo. Ahora, normalmente, cuando escribo, hago una primera versión a la que llamo “magma”. Ella es una escritura informe, emocional, llena de imágenes, donde voy buscando lo que quiero escribir. Tengo ciertas emociones, ciertos recuerdos, ciertos anhelos sobre los que discurro pero sin afinarlos, porque no quiero que nada intelectual intervenga en la primera etapa. Es una etapa de expresión emocional muy libre. Y allí, en ese magma, en esa materia, van surgiendo luego los núcleos de interés: una situación, un diálogo, un personaje, una frase. Y de pronto, cuando termino de escribirlo, entre esas muchísimas páginas, sé que tengo una novela. Y luego comienzo una escritura literaria, tratando de que todo aquello que fue confusión y búsqueda, tenga tersura y llegue al lector de una manera transparente; y procuro que tenga ritmo, que tenga gracia, y que emocione y entretenga. Ese es mi método.
-¿Escribes en la computadora?
-Escribo todo en la computadora. Muchos recomiendan que hay que tener una versión a mano, para después vendérsela a una biblioteca en Estados Unidos. (Sonríe) Donoso hacía eso…
-Escribo todo en la computadora. Muchos recomiendan que hay que tener una versión a mano, para después vendérsela a una biblioteca en Estados Unidos. (Sonríe) Donoso hacía eso…
-¿La literatura nos ayuda a vivir mejor?
-Muchísimo. Porque los lectores son siempre personas más sensibles, más amplias de criterio, más democráticas en su relación con los otros; y son más inspirados, tienen un verbo más cautivador y difícilmente aceptan la rutina de la vida. Por ello, están buscando aventuras de tipo espiritual o aventuras terrenas, y la literatura es tanto un modo de conocimiento de la realidad como una manera de crearse una vida. No aceptar la vida, sino inventársela.
-Muchísimo. Porque los lectores son siempre personas más sensibles, más amplias de criterio, más democráticas en su relación con los otros; y son más inspirados, tienen un verbo más cautivador y difícilmente aceptan la rutina de la vida. Por ello, están buscando aventuras de tipo espiritual o aventuras terrenas, y la literatura es tanto un modo de conocimiento de la realidad como una manera de crearse una vida. No aceptar la vida, sino inventársela.