“Libro del mal de amor”
Fernando Iwasaki Cauti, egresado de la Universidad Católica
del Perú y doctorado en Historia por la Universidad de Sevilla, escritor e historiador,
nació en Lima en 1961 y vive en Sevilla. Es crítico literario de ABC. Su obra, vasta y riquísima, muy elogiada.
Entre sus libros podemos mencionar los ensayos de “Inquisiciones
peruanas”, “Descubrimiento de España” y “rePublicanos.
Cuando dejamos de ser realistas” (Premio Algaba 2008), libros de cuentos como “A
Troya, Helena” y “Helarte de amar”,
y novelas como “Neguijón” y “Libro
del mal amor”.
Fernando
Iwasaki Cauti es el gran heredero de la tradición literaria del Premio
Cervantes, Guillermo Cabrera Infante (quien prologó elogiosamente los ensayos
de Iwasaki), y lo hace evidente su obra.
Como la novela titulada “Libro del mar
amor”, gracias a su esplendor verbal
y juegos con el lenguaje.
Enhebra
Iwasaki Cauti, aquí, las malandanzas amorosas de su personaje central en
colegios limeños, después como profesor
y luego como becario en Sevilla.
“He querido reunir diez de mis fracasos
amorosos más espectaculares. Uno ha tenido muchos más, pero no hay que presumir”,
escribe Iwasaki. Pues bien, cada capítulo corresponde a una de las tantas
muchachas que conmovieron su corazón. Por ejemplo, Taís, compañera de colegio
de su hermana, a la que amó en secreto todos los fines de semana, aunque “el único inconveniente era que ella no lo
sabía”. Con ella bailó sin tregua a la espera de las melodías románticas y
cuando éstas llegaron fue desplazado por un recién venido. Más adelante, por su
amor a Carolina (“me conmueve recordar su
radiante sonrisa, incendiada de rosas, más Boticelli que nunca”) se transforma
en un estudiante proclive a las
revoluciones políticas. Tras el nuevo fracaso amoroso se enamora de Alicia, y comprende
que: “por primera vez me estaba
concediendo un papel de importancia en el largometraje de su vida, y procuré
representarlo como si peleara el Oscar al mejor actor secundario”.
A esta altura, sabía que si una
chica pedía revolución, había que darle revolución, y si pedía rosario, darle
rosario. Por ello cuando se acerca a Camilla le dice estas conmovedoras
palabras: “Camille no soy digno de que
entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para casarme”. Y continuó.
Nuestro héroe se convierte en patinador, en cantor, en lo que sea necesario. Y así, cuando Ana
Lucía lo besa, dominado por un emocional delirio, piensa: “¿Me habré convertido en príncipe”.
Y de pronto se nos termina el libro. ¿Qué ha ocurrido? Los elogios que ha
merecido de Vargas Llosa y Juan Manuel de la Prada , son acaso la explicación de esta lectura
que se esfuma en un abrir y cerrar de ojos.
Sí, Fernando Iwasaki, quien sostiene
que “desde que tuve mi primera
experiencia textual estoy a favor del texto libre”, es un ejemplo de la mejor
literatura de hoy.