miércoles, 2 de octubre de 2019

El agente secreto de Dios



Graham Greene: también  fue espía inglés en la Segunda Guerra
           
            El 2 de octubre se cumplen 115 años del nacimiento de Graham Greene, en Berkhamstead, Reino Unido, uno de los mayores escritores del siglo pasado,  creador del vasto mundo literario llamado “Greenlandia”, la tierra de Greene. Mereció la Orden de Mérito del Reino Unido.
            Con el poemario  “Abril murmurante” debutó en la literatura a los 21 años. Luego se dedicó al periodismo. Pero su primera novela,  “Historia de una cobardía”, cambió su vida.  Elogiada por  Aldoux Huxley  y por la decisión de Jacques Maritain de editarla en Francia, el éxito que alcanzó le permitió dejar de escribir en “The Times” para dedicarse al mundo novelesco. Y así se convirtió en uno de los más grandes escritores del siglo pasado. Durante 24 años fue candidato al Premio Nobel de Literatura, al igual que Borges, pero a ninguno de los dos le fue concedido.
         En cuanto a su vida hay que recordar que Graham Greene fue durante la Segunda Guerra Mundial un espía inglés, en Africa, al igual que varios de sus personajes novelescos. Y, tras esta actividad al fin de la guerra, continuó escribiendo.  
            El escritor dividía sus novelas en dos categorías:  “entretenimientos” y novelas propiamente dichas. En la primera categoría, combinaba retratos psicológicos con intrigas policiales y espionaje, y el mejor ejemplo de ellas son, entre otras, las novelas “El agente confidencial” y “Nuestro hombre en La Habana”. En la segunda categoría estaban sus celebradas novelas “El poder y la gloria”, “El revés de la trama”, “El cónsul honorario” y “El factor humano”, muchas de las cuales tuvieron posteriormente sus versiones cinematográficas.
            El escritor inglés Martin Amis, quien lo conoció y entrevistó a Graham Greene, un cercano amigo de su padre, el también novelista Kingsley Amis, me comentó, en alguno de los veranos que él pasó aquí en Punta del Este, que Graham Greene definía su obra literaria como “la asombrosa rareza de la misericordia de Dios”.  Me dijo, asimismo, que el escritor consideraba a su obra como una parábola de la condición humana, cuyas claves eran la responsabilidad, el sufrimiento, la culpa y la elección moral. Graham Greene se consideraba a sí mismo uno de sus propios personajes y, precisamente de esa forma,  se mostró en sus libros tanto como novelista metódico, aventurero buscándose a sí mismo, y católico algunas veces atormentado.  
            Graham Greene murió a los 86 años, en 1991, en Suiza. A 115 años de su adiós a todos sigue siendo uno de los maestros esenciales de la literatura moderna.