sábado, 15 de septiembre de 2018


“Mi compadre García Márquez”


           Plinio Apuleyo Mendoza, autor de "El olor de la guayaba", el famoso libro de conversaciones con Gabriel García Márquez donde no quedó tema sin tocar, desde la literatura a la política, pasando por la fama, las mujeres, la amistad, los compromisos y los ricos días de la infancia, mientras cenamos en Madrid, define a mi pedido al autor de  "Cien años de soledad".
            --¿Cómo era Gabo?  
    --Nos conocimos –dijo-- desde que éramos estudiantes, fuimos compadres y para mí, era lo más parecido a un hermano. No obstante, a la hora de definirlo, experimento  gran dificultad. Es obvio, quizás, decir que es uno de los tres grandes novelistas nacidos en este siglo.
        Y tras una pausa, agregó estos detalles.
       -- En su personalidad de escritor intervienen factores tan diversos como su signo astrológico --un Piscis absolutamente intuitivo doblado de un Tauro muy realista--, la manera fantástica de contar las cosas de doña Luisa, su madre, y un enjambre de influencias literarias que van desde Amadis de Gaula hasta Virginia Woolf, para no hablar de todo lo que le debe a Faulkner. En ningún otro escritor latinoamericano es tan fuerte nuestro mestizaje cultural, la huella de culturas marginales, que en la región donde nació, en un pueblito de la costa colombiana, son muy fuertes. Me refiero a los indios de la península de la Goajira o a los descendientes de los esclavos negros. Unos y otros expresan a su manera, en sus relatos y leyendas, un sentido muy extraño de la realidad. En ellos, por ejemplo, los muertos siguen conviviendo con los vivos. Son los verdaderos inventores del realismo mágico.