“Mi
compadre García Márquez”
Plinio Apuleyo Mendoza, autor de
"El olor de la guayaba", el
famoso libro de conversaciones con Gabriel García Márquez donde no quedó tema
sin tocar, desde la literatura a la política, pasando por la fama, las mujeres,
la amistad, los compromisos y los ricos días de la infancia, mientras cenamos
en Madrid, define a mi pedido al autor de
"Cien años de soledad".
--¿Cómo era Gabo?
--Nos
conocimos –dijo-- desde que éramos estudiantes, fuimos compadres y para mí, era
lo más parecido a un hermano. No obstante, a la hora de definirlo,
experimento gran dificultad. Es obvio,
quizás, decir que es uno de los tres grandes novelistas nacidos en este siglo.
Y
tras una pausa, agregó estos detalles.
--
En su personalidad de escritor intervienen factores tan diversos como su signo
astrológico --un Piscis absolutamente intuitivo doblado de un Tauro muy
realista--, la manera fantástica de contar las cosas de doña Luisa, su madre, y
un enjambre de influencias literarias que van desde Amadis de Gaula hasta
Virginia Woolf, para no hablar de todo lo que le debe a Faulkner. En ningún
otro escritor latinoamericano es tan fuerte nuestro mestizaje cultural, la
huella de culturas marginales, que en la región donde nació, en un pueblito de
la costa colombiana, son muy fuertes. Me refiero a los indios de la península
de la Goajira
o a los descendientes de los esclavos negros. Unos y otros expresan a su
manera, en sus relatos y leyendas, un sentido muy extraño de la realidad. En
ellos, por ejemplo, los muertos siguen conviviendo con los vivos. Son los
verdaderos inventores del realismo mágico.