El París de Patrick Modiano
Al Nobel de literatura de 2014,
Patrick Modiano, lo leo desde hace muchos años, libro a libro. Es, por cierto,
uno de los escritores más influyentes de Francia.
Por cierto, Patrick Modiano ha
pintado su mundo con una melancolía que conmueve. Sus páginas están impregnadas
por los colores de París, y por personajes que caminan habitualmente por calles
de su infancia, en Quai de Conti, en los jardines de Luxemburgo, por donde él
paseaba una vez más cuando su hija le avisó por teléfono que le habían otorgado
el Premio Nobel.
En 1978 ganó el Premio Goncourt con
“La calle de las tiendas oscuras” y
luego se fueron sucediendo novelas como, entre las más notorias, “Un pedigrí”, “El horizonte”, “En el café de
la juventud perdida”, “Una juventud”,
“La
hierba de las noches” y, entre
otras, “Para que no te pierdas en el
barrio” (Anagrama/Gussi, todas ellas).
Sus historias son complejas y sus
personajes enigmáticos; se nutren de los recuerdos imaginarios que la memoria
ha ido transformando con el paso del tiempo, y así documenta una época, la de su juventud,
evocando el mundo de los estudiantes fascinados por la bohemia parisina.
El boulevard Raspail, el café Les
Deux Magots, la plaza de la
Concorde , los Champs Elysés, la Place de l’Alma, aparecen y reaparecen
en todas sus novelas. Como las terrazas de los cafés famosos como “Les Deux
Magots” y “Café de la Flore ”
y, así, paso a paso, París se convierte en la geografía por la que ambulan una
y otra vez los personajes de sus novelas envueltos en enigmas que los atrapan.
A ellos y a los lectores.
Sus seguidores no nos sorprendemos
por la semejanza de sus libros, que suelen tratar los mismos temas, en su caso,
la memoria, la nostalgia del ayer y ciertas emociones e ilusiones que
sobreviven. Hay en sus novelas una sensación de “déjà vu”, con situaciones y rincones de París pintados una y otra
vez, así como las misteriosas búsquedas de sus criaturas, ya sean hombres o
mujeres.
A este mundo onírico de sus libros,
todos ellos novelas cortas, se lo conoce como “modianesco”. Y, por cierto,
es muy seductor visitarlo. Como lo es ir a París, una y otra vez. Les invito,
entonces, una vez más las páginas de Patrick Modiano.