Diálogo con Martin Amis
Martin Amis (hijo del famoso
novelista Kingsley Amis) nació en Oxford, Inglaterra, en 1949. Trabajó como
periodista y sus artículos se pueden leer en el libro “Visitando a Mrs. Nabonov”. Como novelista debutó con “El libro de Rachel”, obteniendo el
premio Somerset Maugham. Otras de sus conocidas novelas son: “Dinero!”, “Campos de Londres”, “La flecha en el tiempo” y “La información”. Entre
sus títulos más recientes, tenemos “La casa de los encuentros”, “La
viuda embarazada”, “Lionel
Asbo: El estado de Inglaterra” y “La zona de interés” (todas
ellas editadas por Anagrama/Gussi).
Sigue uno de nuestros
diálogos sobre tarea de escritor,
merecedor de numerosos premios internacionales y considerado una de las
plumas fundamentales de las letras inglesas de hoy.
--¿Cómo
elige los titulos para sus libros?
--Hay dos tipos de títulos. El que está
implícito, el obvio, ese que forma parte del libro. Y el otro, que es como dar
nombre a un hijo; éste lo eliges en el momento adecuado, y suele ser al final.
Yo prefiero el primer tipo. Mi novela “Campos
de Londres” es un buen ejemplo en ese sentido: hasta el sonido era
importante… A mi padre le gustaba ese libro;´él me decía “será importante”. Y
como yo se lo había dedicado, me decía que lo estaba desperdiciando…
--Cómo
fue su relación con su padre?
--Muy buena… Hablábamos mucho de nuestro
trabajo. Nos divertíamos haciendo juegos de palabras. Teníamos largas
conversaciones por teléfono. El era un escritor satírico, como yo, y nuestra
única diferencia es la época, la época de cada uno. Eso es lo que me parece a
mí.
--¿Qué
escritores le entusiasman?
--Me gustan mucho Naipaul, Saul Bellow,
Nabokov, Kafka, Borges, De Lillo…
--¿Y
autores latinoamericanos? --pregunté, señalando en su remera el nombre
estampado de García Márquez.
--No lo conozco a Márquez… No me gusta
demasiado leer traducciones.
--¿Y Vargas
Llosa? --dije, casi mecánicante.
--Tampoco…
--Siempre se escribe el mismo libro, como la mayoría de los escritores, cambiando aspectos de la historia esencial que narran, y me responde:
--Siempre se escribe el mismo libro, como la mayoría de los escritores, cambiando aspectos de la historia esencial que narran, y me responde:
--Saul Bellow tiene un solo tema y Graham
Greene también. Yo tengo uno o dos temas… Greene es muy esquemático: por
ejemplo, el infiel, en el amor, siempre muere en sus novelas.
¿Conoció a Graham Greene, que fue muy amigo de su padre?
--Fui a ver a Graham Greene cuando
cumplió ochenta años, a un restaurante, para hacerle una entrevista. Estaba
acompañado por su mujer, que tenía veinte años menos que él: ella vestía una
chaqueta de cuero muy ajustada y estrechos pantalones de cuero y zapatos con
unos tacos muy altos… Era muy agradable, pero un poco escandalosa y todo el
mundo estaba pendiente de ella. Era impresionante; y él estaba orgulloso de
ella, quería escandalizar, también.
Y, para terminar, ¿qué
tal Chesterton?
--Lo leí mucho en la época de la
adolescencia. Mi padre lo admiraba profundamente. Chesterton era un hombre
sabio. Una vez dijo: “Cuando la gente deja de creer, es porque cree en todo”.