Perfume del tiempo
El
pasado 5 de octubre presenté en la
Feria del Libro aquí en Montevideo, acompañado por el
periodista Alejandro Camino, mi reciente libro “Perfume del tiempo” (Ediciones de la Plaza ). Como está tan cercano con el nacimiento de mi
blog literario, he pensado en inaugurarlo, hablando de este libro que está
hecho con los
recuerdos y los sueños de los hombres, que no se detienen nunca, con ideas y
momentos de la vida de hombres y mujeres singulares, con escrituras e imágenes
y variadas sorpresas que viven en mi memoria. Son, todos ellos, instantes
fugaces de paisajes muy familiares.
Yo creía que
pensaba, pero en realidad soñaba, sentado en los atardeceres en un banco de
madera alargado y curvo, pintado de verde, bajo los árboles de la Plaza Libertad de
Minas, donde viví mi niñez, adolescencia y la primera juventud. De aquellos
días guardo especial memoria. Muy joven me radiqué en Montevideo. Pero la
ciudad de Minas, a la periódicamente visito,
ha permanecido viva en mi memoria, y, por cierto, está presente en no pocos
de mis libros de cuentos, en varias mis novelas, entre ellas una que se editaré
a finales de año por Ediciones de la
Plaza , aquí en Montevideo, llamada “El secreto de Amparo” y otra que acabo de terminar y cuyo título
no quiero dar a conocer todavía. En ambas está en el fondo Minas, que mucho ha
cambiado la con el paso del tiempo, y que es ya casi, para mí, una ciudad
imaginaria. También está París, en la primera de estas dos que he nombrado,
porque vive en mí.
Pero
vuelo a “Perfume del tiempo”. El
libro se abre contando que una distante noche, cuando era un adolescente, en mi
pequeña ciudad de Minas, en un café al que íbamos después del cine, vi a la
actriz Ursula Andress, la famosa heroína de las películas de James Bond. Y
siguen los recuerdos, Otro: aquel mediodía cuando el destacado escritor,
profesor y crítico literario del semanario “Marcha”, Angel Rama, me presentó en Montevideo a Pablo Neruda. Yo tenía
20 años. Cuando estuvimos con él, le dijo que yo era un escritor, sin dudarlo.
Poco antes había comentado en “Marcha”
un libro de cuentos que habíamos escrito varios jóvenes minuanos, el primero,
titulado “Ir”.
Neruda
había llegado para dar una conferencia de la que sólo recuerdo una metáfora. Dijo,
que temprano por la mañana paseaba descalzo por el jardín de una casa situada
frente al mar, en nuestro país, y en el húmedo césped pisó un escarabajo. Y
acto seguido agregó: “un rinoceronte del
rocío”.
Y hay muchos
otros encuentros en este libro mío que les comento, en diversos escenarios,
puesto he ido y venido por el mundo. Evoco en sus páginas los paseos por calles de Buenos Aires con Borges, quien
recitaba en las esquinas ajeno al mundo que sus ojos no veían; mi doble
encuentro con Ray Bradbury; andanzas por París y en los sanfermines de Pamplona
tras las huellas del maestro Hemingway.
Y visitando los cafés preferidos de Jorge Semprún, en place Contrescarpe, donde
me dijo que las palabras detienen el tiempo.
Cuento
otras andanzas, otros momentos, en Bilbao, con escritores amigos en Albarracín
y algunos encuentros con Mario Vargas Llosa, entre otros momentos ajenos al
olvido. Y hablo de testimonios de amistad escrita, con las cartas recibidas
de Ernesto Sábato, de Jorge Amado, de
Jean d’Ormesson.
También
escribo sobre tres días a los que, como todo el mundo, recuerdo muy bien.
Imborrables. Aquel tan distante, cuando
el hombre pisó la Luna ;
la caída del Muro de Berlín; y el terrible 11 de septiembre de 2001, con el
derrumbe de las Torres Gemelas.
Este libro se escribió sin que me
diera cuenta, porque cada uno de todos nosotros, con sus pequeñas o sus
deslumbrantes maravillas, es el centro de un vasto universo.
Y bien, yo sigo mis sueños.