jueves, 13 de diciembre de 2018


Escribiendo una novela
  
Las ediciones uruguaya y española


       Decía Elizabeth Bowen que un escritor es un “alumno desatento en el aula de la vida”. E insistía en que, al revés que el hombre  que no tiene inclinaciones literarias, carece de perspectivas fijadas de antemano y, rara vez, observa algo deliberadamente. Lo que hace es ver lo que no se propuso ver, y recordar cosas que no parecen posibles.
            Yo sé (con tantas novelas escritas) que cuando uno comienza a escribir una novela, inesperadamente se dan la mano incontables momentos de nuestra propia vida en esa historia imaginaria que vamos desarrollando. Por ejemplo, una tarde en un parque hace muchos años y que no habíamos recordado hasta ese instante; una canción que escuchamos de niño; las palabras que hace cinco días nos dijo un amigo, tomando un café. Qué sé yo. Todo ello coincide con lo que estamos escribiendo y llega en el momento adecuado. Así, de esta manera, crece una obra literaria.