Escribiendo una novela
Las ediciones
uruguaya y española
Decía Elizabeth Bowen que un escritor es un
“alumno desatento en el aula de
la vida”. E insistía en que, al revés que el hombre que no
tiene inclinaciones literarias, carece de perspectivas fijadas de antemano y,
rara vez, observa algo deliberadamente. Lo que hace es ver lo que no se propuso
ver, y recordar cosas que no parecen posibles.
Yo sé (con
tantas novelas escritas) que cuando uno comienza a escribir una novela,
inesperadamente se dan la mano incontables momentos de nuestra propia vida en
esa historia imaginaria que vamos desarrollando. Por ejemplo, una tarde en un
parque hace muchos años y que no habíamos recordado hasta ese instante; una
canción que escuchamos de niño; las palabras que hace cinco días nos dijo un
amigo, tomando un café. Qué sé yo. Todo ello coincide con lo que estamos
escribiendo y llega en el momento adecuado. Así, de esta manera, crece una obra
literaria.