Un diálogo con Martin Amis
El
celebrado escritor inglés Martin Amis, es una de las figuras sustanciales de
las letras modernas. Hijo del consagrado novelista Kingsley Amis, tiene una
larga obra, que ha merecido numerosos premios internacionales como el Broker
Prize y el Somerset Maugham,
entre otros.
Entre sus novelas se destacan
títulos traducidos en todo el mundo, como
Dinero, Campos de Londres, La
información, Perro callejero, Koba el terrible y La casa de los encuentros (todos Anagrama/Gussi).
Nos conocemos bastante. Nuestro diálogo es variado.
Le pregunto sobre coincidencias y
diferencias con su padre, tan destacado escritor de su tiempo y amigo muy
cercano de Graham Greene, y me dice:
-- Hablábamos
mucho de nuestro trabajo. Nos divertíamos haciendo juegos de palabras.
Conversábamos por teléfono largamente. El era un escritor satírico como yo… La
única diferencia es la época, la época de cada uno, eso es lo que creo.
--¿Qué
autores lee habitualmente con mucho entusiasmo?
--Me
gustan mucho Saul Bellow, Nabokov, Kafka, Borges, De Lillo…
Y agrega que considera magnífico a V.S.
Naipaul, el Premio Nobel, novelista y ensayista. Y dice:
--Lo
admiro mucho, muchísimo. Estoy sorprendido de me guste tanto porque no es el
tipo de literatura que prefiero. Es un escritor social; en ello es
profundamente indio. En este libro hace un esfuerzo por entender el mundo que
bulle a su lado, escribiendo de la vieja crueldad de la pobreza y llora de
emoción, sin políticas, diciendo con el corazón “basta, basta”. Es un gran
premio Nobel.
Y hablando de Salman Rusdhie, me dice que
son amigos y agrega: “yo soy uno de sus
fans”.
Le pregunto si piensa, como decía Ernesto
Sábato y tantos más desde entonces, que un escritor serio escribe siempre el
mismo libro, cambiando un poco las historias. Pienso en las del Nobel francés
Patrick Mediano, por ejemplo.
Y me responde afirmativamente. Y agrega:
--Saul Bellow tiene un solo tema y Graham
Greene también. Yo tengo uno o dos temas… Graham Greene es muy esquemático: por
ejemplo, el infiel en el amor, muere siempre en sus novelas.
¿Y con qué autores coincidían, como
lectores, con su padre, el novelista?
Responde
con una sonrisa que, sin duda, con los libros de G.K. Chesterton.
--Padre
Brown… Lo leí mucho en la época de la adolescencia. Mi padre lo admiraba. Era
un hombre sabio. Una vez dijo: “Cuando la gente deja de creer, es porque cree
en todo”.