domingo, 19 de marzo de 2017

Diálogo con Mario Vargas Llosa




            En este nuevo diálogo con Mario Vargas Llosa nos detenemos en cuatro figuras sobresalientes de la literatura, distantes, singularísimas, comprometidas a su manera con su tiempo. Me refiero a José Enrique Rodó, a Saint Exúpery,  Jean Paul Sartre y André Malraux. Están siempre presentes en la mente de ambos, por ello es fácil para mí preguntarle por ellos, como a él responder con lucidez y agudeza sobre sus obras. Siguen preguntas y respuestas.

            --Vamos concretamente a varios escritores, comprometidos con su tiempo, que han marcado la literatura y cuyo juicio me gustaría conocer hoy, sometidos al paso del tiempo. Ellos son José Enrique Rodó, Saint Exúpery, Sartre y André Malraux.
--Yo tengo mucha admiración por Rodó. Yo creo que fue un gran prosista, en primer lugar, y luego un pensador generoso, que tuvo una visión idealista de América. Seguramente, su visión está muy condicionada, en parte, por mitos de la época Pero su idealismo, su fe en los grandes valores, su creencia en la cultura como un instrumento civilizador, modernizador, que crea una comunidad espiritual más importante que aquellas que marcan las fronteras, y su visión profundamente americanista, ello, me parece que sigue siendo muy válido, ¿no? Por otra parte, hay que destacar los aspectos puramente literarios, de la prosa y de la cultura de Rodó… El caso de Sartre a mí me parece --a diferencia de lo que ocurre con muchos franceses que han celebrado estos veinte años como un retorno, como una reivindicación de Sartre-- el de un pensador de una época que muy difícilmente volverá a tener vigencia. Creo que Sarte, con toda su inteligencia y la influencia que llegó a tener, está como fechado. Se equivocó mucho más de lo que acertó en el campo político. Yo creo que esa frase del escritor catalán Joseph Pla sobre el escritor Marcuse, es una frase que se podría aplicar, quizá con más justicia que a Marcuse, a Sartre:  “contribuyó más que nadie a la confusión contemporánea”. Creo que políticamente Sartre fue un hombre que se equivocó sistemáticamente, que contribuyó muchísimo a desvalorizar la democracia, a justificar el socialismo, el colectivismo, aún con los peores crímenes, en nombre de una historia que la realidad contemporánea ha desmentido y ha desechado. De manera que esa obra, para mí, hoy en día, no tiene vigencia, sino que probablemente la va a tener menos en el futuro. Ah!, y el otro caso que tú citabas, Saint-Exupery…, bueno, a mí me parece un magnífico escritor. Yo leí con gran entusiasmo sus novelas (aunque “Ciudadela” me parece un libro muy bello, como prosa), pero, sobre todo las novelas, esas novelas de acción, de un aventurero, llevadas a un nivel como las de Malraux, llenas de inteligencia, de lucidez, de héroes que se distancian de sus propias hazañas gracias al intelecto, a la cultura, al examen crítico. Son novelas muy ricas, muy fascinantes. No las he vuelto a leer, a las de Saint Exupery, pero las leí con gran entusiasmo cuando joven.
--Y bueno, ahora que hemos llegado a Malraux, recordemos que estuviste presente  cuando fue depositado en el Panteón en París.
--Sí, fue un honor para mí… Y es que yo le tengo una gran admiración a Malraux. Yo creo que es uno de los grandes escritores del siglo veinte. Por desgracia hoy no tan leído ni tan admirado como debía ser, yo creo que por razones políticas, porque la última etapa de Malraux fue mucho más la de un político que la de un escritor. Y eso ha hecho que se pierda un poco la perspectiva sobre la importancia de su obra. Sin embargo, mira, sus novelas, y también algunos de sus ensayos, a mí me parecen de una inmensa riqueza intelectual. Y sobre todo “La condición humana”, llena de un vigor y una fuerza contagiosa… Yo la volví a leer no hace mucho, para escribir justamente un ensayo sobre ella, y a pesar de haberla leído ya varias veces, a mí me conmovió, me impresionó, me llevó desde la primera línea hasta la última como hechizado, como las grandes novelas. Así que sigo convencido de que “La condición humana” es una de las grandes novelas que se han escrito el siglo veinte.

lunes, 6 de marzo de 2017

Diálogo con Martin Amis



           Martin Amis (hijo del famoso novelista Kingsley Amis) nació en Oxford, Inglaterra, en 1949. Trabajó como periodista y sus artículos se pueden leer en el libro “Visitando a Mrs. Nabonov”. Como novelista debutó con “El libro de Rachel”, obteniendo el premio Somerset Maugham. Otras de sus conocidas novelas son: “Dinero!”, “Campos de Londres”, “La flecha en el tiempo” y “La información”. Entre sus títulos más recientes, tenemos La casa de los encuentros”, “La viuda embarazada”, “Lionel Asbo: El estado de Inglaterra” y “La zona de interés” (todas ellas editadas por Anagrama/Gussi).
           Sigue uno de nuestros diálogos sobre tarea de escritor,  merecedor de numerosos premios internacionales y considerado una de las plumas fundamentales de las letras inglesas de hoy.

--¿Cómo elige los titulos para sus libros?
--Hay dos tipos de títulos. El que está implícito, el obvio, ese que forma parte del libro. Y el otro, que es como dar nombre a un hijo; éste lo eliges en el momento adecuado, y suele ser al final. Yo prefiero el primer tipo. Mi novela “Campos de Londres” es un buen ejemplo en ese sentido: hasta el sonido era importante… A mi padre le gustaba ese libro;´él me decía “será importante”. Y como yo se lo había dedicado, me decía que lo estaba desperdiciando…
--Cómo fue su relación con su padre?
--Muy buena… Hablábamos mucho de nuestro trabajo. Nos divertíamos haciendo juegos de palabras. Teníamos largas conversaciones por teléfono. El era un escritor satírico, como yo, y nuestra única diferencia es la época, la época de cada uno. Eso es lo que me parece a mí.
--¿Qué escritores le entusiasman?
--Me gustan mucho Naipaul, Saul Bellow, Nabokov, Kafka, Borges, De Lillo…
--¿Y autores latinoamericanos? --pregunté, señalando en su remera el nombre estampado de García Márquez.
--No lo conozco a Márquez… No me gusta demasiado leer traducciones.
--¿Y  Vargas Llosa? --dije, casi mecánicante.
--Tampoco…
--Siempre se escribe el mismo libro, como la mayoría de los escritores,  cambiando aspectos de la historia esencial que narran, y me responde:
--Saul Bellow tiene un solo tema y Graham Greene también. Yo tengo uno o dos temas… Greene es muy esquemático: por ejemplo, el infiel, en el amor, siempre muere en sus novelas.
¿Conoció a Graham Greene, que fue muy amigo de su padre?
--Fui a ver a Graham Greene cuando cumplió ochenta años, a un restaurante, para hacerle una entrevista. Estaba acompañado por su mujer, que tenía veinte años menos que él: ella vestía una chaqueta de cuero muy ajustada y estrechos pantalones de cuero y zapatos con unos tacos muy altos… Era muy agradable, pero un poco escandalosa y todo el mundo estaba pendiente de ella. Era impresionante; y él estaba orgulloso de ella, quería escandalizar, también.
Y,  para terminar, ¿qué tal Chesterton?
--Lo leí mucho en la época de la adolescencia. Mi padre lo admiraba profundamente. Chesterton era un hombre sabio. Una vez dijo: “Cuando la gente deja de creer, es porque cree en todo”.