Diálogo con Mario Vargas Llosa
En
este nuevo diálogo con Mario Vargas Llosa nos detenemos en cuatro figuras
sobresalientes de la literatura, distantes, singularísimas, comprometidas a su
manera con su tiempo. Me refiero a José Enrique Rodó, a Saint Exúpery, Jean Paul Sartre y André Malraux. Están
siempre presentes en la mente de ambos, por ello es fácil para mí preguntarle
por ellos, como a él responder con lucidez y agudeza sobre sus obras. Siguen
preguntas y respuestas.
--Vamos concretamente a
varios escritores, comprometidos con su tiempo, que han marcado la literatura y
cuyo juicio me gustaría conocer hoy, sometidos al paso del tiempo. Ellos son
José Enrique Rodó, Saint Exúpery, Sartre y André Malraux.
--Yo tengo mucha admiración por Rodó. Yo creo que fue un gran
prosista, en primer lugar, y luego un pensador generoso, que tuvo una visión
idealista de América. Seguramente, su visión está muy condicionada, en parte,
por mitos de la época Pero su idealismo, su fe en los grandes valores, su
creencia en la cultura como un instrumento civilizador, modernizador, que crea
una comunidad espiritual más importante que aquellas que marcan las fronteras,
y su visión profundamente americanista, ello, me parece que sigue siendo muy
válido, ¿no? Por otra parte, hay que destacar los aspectos puramente
literarios, de la prosa y de la cultura de Rodó… El caso de Sartre a mí me
parece --a diferencia de lo que ocurre con muchos franceses que han celebrado
estos veinte años como un retorno, como una reivindicación de Sartre-- el de un
pensador de una época que muy difícilmente volverá a tener vigencia. Creo que
Sarte, con toda su inteligencia y la influencia que llegó a tener, está como
fechado. Se equivocó mucho más de lo que acertó en el campo político. Yo creo
que esa frase del escritor catalán Joseph Pla sobre el escritor Marcuse, es una
frase que se podría aplicar, quizá con más justicia que a Marcuse, a
Sartre: “contribuyó más que nadie a la
confusión contemporánea”. Creo que políticamente Sartre fue un hombre que se
equivocó sistemáticamente, que contribuyó muchísimo a desvalorizar la
democracia, a justificar el socialismo, el colectivismo, aún con los peores
crímenes, en nombre de una historia que la realidad contemporánea ha desmentido
y ha desechado. De manera que esa obra, para mí, hoy en día, no tiene vigencia,
sino que probablemente la va a tener menos en el futuro. Ah!, y el otro caso
que tú citabas, Saint-Exupery…, bueno, a mí me parece un magnífico escritor. Yo
leí con gran entusiasmo sus novelas (aunque “Ciudadela” me parece un libro muy bello, como prosa), pero, sobre
todo las novelas, esas novelas de acción, de un aventurero, llevadas a un nivel
como las de Malraux, llenas de inteligencia, de lucidez, de héroes que se
distancian de sus propias hazañas gracias al intelecto, a la cultura, al examen
crítico. Son novelas muy ricas, muy fascinantes. No las he vuelto a leer, a las
de Saint Exupery, pero las leí con gran entusiasmo cuando joven.
--Y bueno, ahora que hemos
llegado a Malraux, recordemos que estuviste presente cuando fue depositado en el Panteón en París.
--Sí, fue un honor para mí… Y es que
yo le tengo una gran admiración a Malraux. Yo creo que es uno de los grandes
escritores del siglo veinte. Por desgracia hoy no tan leído ni tan admirado
como debía ser, yo creo que por razones políticas, porque la última etapa de
Malraux fue mucho más la de un político que la de un escritor. Y eso ha hecho
que se pierda un poco la perspectiva sobre la importancia de su obra. Sin
embargo, mira, sus novelas, y también algunos de sus ensayos, a mí me parecen
de una inmensa riqueza intelectual. Y sobre todo “La condición humana”, llena
de un vigor y una fuerza contagiosa… Yo la volví a leer no hace mucho, para
escribir justamente un ensayo sobre ella, y a pesar de haberla leído ya varias
veces, a mí me conmovió, me impresionó, me llevó desde la primera línea hasta
la última como hechizado, como las grandes novelas. Así que sigo convencido de
que “La condición humana” es una de
las grandes novelas que se han escrito el siglo veinte.