Borges y el buen humor
Como le conocí
bastante, puedo decir que Borges, además de ser un escritor generoso y cordial, tenía muy buen humor.
Yo era jovencísimo, por cierto.
Como corresponde, respecto a estos
temas de hoy, él comenzaba por tomarse el pelo a sí mismo. Y decía:
"Me gustan las bromas; soy partidario de los bromistas. Sobre
todo de los bromistas que hacen bromas sobre sí mismos, de la gente que no se
toma en serio".
Otra. En plena calle se cruzó con un lector (un anti/borgeano, sin dudas)
que lo increpó groseramente diciéndole: "¡Usted
un bluff!". Borges giró la cabeza, lo miró con sus ojos ciegos, y le
respondió: "Estoy de
acuerdo, señor; pero un bluff involuntario".
Cabe recordar que quien fuera uno de
sus secretarios, el poeta Roberto Alifano, reunió en un libro no pocas de sus
humoradas, algunas de las cuales recuerdo aquí.
Veamos. Borges se encontraba en el Departamento
de Policía renovando su pasaporte, y los policías se tomaban fotos con él. Fue
allí y en ese momento que se enteró de que el Premio Nobel acababa de ser
otorgado a Gabriel García Márquez. Y ellos tuvieron la primicia de sus declaraciones,
pues Borges les dijo: "Yo pienso que es un excelente escritor.
"Cien años de soledad" es una gran novela, aunque creo que tiene
cincuenta años de más... El hecho de que se lo hayan dado a García Márquez y no
a mí revela la sensatez de
Y pasamos a un periodista francés, que le
pidió para su entrevista al maestro de las letras latinoamericanas una
definición de la época que vivía, y Borges le comentó: "Y, el hecho de
que yo sea famoso, es algo más que suficiente para condenarla".
Invitado a Rosario (Argentina) a dar una
conferencia, cuando finalizó y
mientras servían el almuerzo en el salón principal del club donde había
hablado, Borges pasó al baño a lavarse las manos. Abrió el grifo y cayó una
gota de agua, luego otra, después otra. Inquietos por su demora fueron
por él, y le preguntaron: "¿Qué
pasa, Borges, no sale agua?”. Borges, inmutable, respondió:
"Sí; pero con escrúpulos".
Y para terminar estas humoradas
borgeanas, una más.
Una dama muy emocionada lo detuvo al
cruzar la calle, le tomó los brazos, y con entusiasmo le dijo: "Pero, ¿usted es Borges,
verdad?".
Y el maestro literario le respondió: "Sí.
Pero si seguimos aquí corro el riesgo de dejar de serlo en cualquier momento".