jueves, 30 de agosto de 2018

Libros inolvidables




           Vida y literatura están estrechamente unidas. Y las grandes obras de ficción narrativa (cuentos y novelas memorables) lo son porque toman de la vida los elementos esenciales y, gracias a la organización del lenguaje y la forma de contarlo, pasan a ser hitos de nuestra vida; hitos de nuestra pequeña historia personal.
Y, así, quedarán en nuestro corazón impresas. ¿O no nos ocurre, esto mismo, si evocamos libros como El Quijote, o recordamos “Bola de cebo” de Mauppasant, “La educación sentimental” de Flaubert, “Fiesta” de Hemingway, “La condición humana” de Malraux, “Cien años de soledad” de García Márquez, “La casa verde” de Mario Vargas Llosa, “El Aleph” de Borges y, en fin, “Un padre de película” de Antonio Skármeta?
¿Por qué sucede? Porque no solamente cuentan historias memorables protagonizadas por personajes que no olvidaremos, sino porque fueron cuidadosamente planeadas para penetrar en nuestra conciencia y nuestro corazón, Y se quedarán a vivir para siempre.
          Para nosotros, mientras lo leímos, todo ello fue verdad. Y por ello, esta segunda vida del arte, es el mayor logro de sus creadores puesto que ofrecen vidas imaginarias como si fueran verdaderas, y terminamos creyéndolo. Por siempre. 

lunes, 13 de agosto de 2018


El cine en el alma



            Una vasta y rica carrera literaria tiene el laureado escritor Toni Montesinos, nacido en Barcelona: Numerosas novelas, libros de poemas y  de viajes. También, su propio blog:  Alma en las Palabras”.
            Ha publicado un seductor libro titulado  Que todo en la vida es cine”, en cuyas páginas muestra momentos esenciales del cine, gracias a aquellas películas que han impulsado su mundo poético y novelístico.
            Y para explicarlo, le he formulado una sola pregunta, suficiente para ver hasta dónde su sensibilidad es tan viva.
            --¿Puedes contarnos una secuencia de un film que te acompañará siempre?
            Y estas son las palabras que me ha dado el escritor Toni Montesinos.
            --Yo siempre vuelvo a ¡Qué bello es vivir!”. La he visto en multitud de ocasiones y siempre, siempre, encuentro un nuevo aliciente, una forma de admirar las secuencias muchas veces visionadas. Incluso la emoción por la historia, el mensaje de pesadilla absoluta que vive el protagonista cuando “desaparece” mediante la intervención del ángel, y el de la importancia de la familia o el hecho de estar vivos, de ver cómo nuestra vida influye en las demás de manera determinante, me renueva todo lo que soy y cuáles son mis principios. La escena en la que George Baily (James Stewart) corre por el pueblo nevado tras “volver” a la vida y saluda todo y a todos, y entra en su casa para reunirse con los que ama, comprobando cómo la comunidad lo ha estado ayudando en su ausencia, es uno de los momentos más maravillosos de cualquier obra audiovisual en todos los tiempos.

            Sí,  un ejemplo evidente del cine en el alma.